Los días 6 y 7 de octubre Calella se convertirá en la capital del pubillatge después de que Foment de les Tradicions Catalanes lo haya designado para acoger la elección de la pubilla y el hereu de Cataluña 2012.
Además del acto de elección de la pubilla y el hereu, durante todo el fin de semana Calella acogerá un completo programa de actividades en el entorno de la cultura popular y tradicional catalana.
La fiesta servirá para despedir la pubilla de Cataluña 2011, la manresana Elena Gimenez y el hereu de Cataluña, el calellenc Pau Bartrolí.
La figura de la pubilla se remonta a las familias rurales de los siglos XVIII y XIX. Durante estos siglos la pubilla era la mujer instituida heredera, cuando no había hijo varón o heredero, y era la encargada de conservar la hacienda. El carácter distintivo de la figura de la pubilla de la Edad Moderna consistía al ser un mezcla entre la mujer-ama de casa y la mujer-administradora de la hacienda. Se trata de una figura jurídica y legal propia del Principado de Cataluña, incluida todavía ahora dentro del derecho civil catalán. El importante, pues, es el hecho de no existir en ninguna otra cultura, nación ni sitio del mundo.
Uno de los aspectos más relevantes del mundo del pubillatge es la vestimenta. Acontece uno de los máximos orgullos por hereus y pubilles, que intentan adaptarlo siempre a su personalidad. Con un carácter marcadamente tradicional, lucen los típicos vestidos a las proclamaciones a las que asisten. En ningún caso es un disfraz, es su uniforme, una manera de vestir que los distingue, que los identifica.
Tanto los hereus como las pubilles parten de un vestuario principal de terciopelo. Ellas un vestido y ellos unos pantalones y un chaleco. Cómo se puede observar, entre las chicas destacan los complementos. El más llamativo son la gandalla, que sirve para recoger los cabellos y las mitenes, que recubren los brazos. En el caso de los chicos, los accesorios reflejan muy bien la identidad catalana, especialmente la barretina y las alpargatas tradicionales, puesto que forman parte de la cultura del país.
Acabada la Guerra Civil Española, por allá los 50, se desata el término “pubilla” de la denominación tradicional, ligada al derecho catalán y sólo referida al hecho de ser la hija heredera de la casa. Se empieza a celebrar el Certamen Pubilla de Cataluña, usando el mismo concepto para representar un ideal de mujer catalana tradicional. Se presentaban las hijas únicas de las familias más adineradas. Al principio, el acto estaba muy marcado por la moralidad impuesta por el franquismo. Se querían fomentar las virtudes morales de la candidata, como la dedicación al hogar y a la familia, pero la belleza física acababa siendo una condición muy importante de cara a la votación popular. Muchos diarios de la época anunciaban el acontecimiento y publicaban fotografías de las candidatas.
El 19 de noviembre de 1979, con Franco bien muerto y enterrado, surge una iniciativa para preservar la historia y costumbres de Cataluña, el Fomento de las Tradiciones Catalanas. Sus fundadores presentan sus Estatutos a la espera de convertirse en una entidad reconocida oficialmente, cosa que pasa un año después.
Hasta esta fecha se había celebrado el nombramiento de la pubilla, dejando de banda el hereu, que era el primero en la línea de herencia. A diferencia de la pubilla, la figura del hereu no estaba determinada ni por su dedicación al hogar ni por su belleza. El año 2000, durante el nombramiento de la pubilla y ante la presencia de unos trescientos asistentes, aparecieron pancartas en que se pedía la figura del heredero. La petición provocó desavenencias en la junta directiva del Fomento de las Tradiciones Catalanas. Sin embargo, la exigencia finalmente se aceptó y se introdujo la figura del heredero. Desde entonces, un millar de jóvenes ya han obtenido el título.
Actualmente el pubillatge quiere ser una apuesta por la tradición que tiene como objetivo la representación de los jóvenes a su municipio en un contexto esencialmente festivo y sin que tengan que acudir a la vertiente político. Así, las candidatas a pubilles tienen que superar pruebas basadas en el conocimiento de la cultura y la historia catalanas y la actualidad, y el don de palabra.
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