Hoy nos gustaría compartir con vosotros lo que creemos que son los 5 lugares que, si venís de vacaciones a la Costa Brava, no tendríais que dejar de visitar. No significa que sean los mejores, pues sobre gustos no hay nada escrito, pero sí que son cinco emplazamientos con una magia y encanto especial.
Puesta de sol en el Cabo de Creus
Un lugar lleno de magia y con una fuerza que parece salir del fondo de la tierra. Del mismo lugar que salieron las negras rocas que dan forma a este paraje singular, el extremo más oriental de lapenínsula ibérica. El lugar donde los Pirineos se rinden por fin al mar. No es de extrañar que se rodara aquí la película “La luz del fin del mundo”, con Yul Briner y Fernando Rey. Los rayos de luz deslumbrantes del faro barren la negrura del cabo como aspas de un molino de luz. Un inglés que quedó enamorado de estas soledades compró la vieja casa de carabineros junto al faro y montó en ella un restaurante de aires bohemios en el cual uno se puede deleitar con un curry o una cerveza muy fría mientras el ocaso se adueña de este paraje irreal.
Monasterio de Sant Pere de Rodes
Cuesta creer que los monjes benedictinos consiguieran levantar un edificio de semejante envergadura en la loma de una montaña, a 520 metros de altitud, y en la muy lejana Edad Media. Todavía hoy, cuando subes en coche los 8 kilómetros de costas y curvas que separan el monasterio de Sant Pere de Rodes del Port de la Selva, solamente el hecho de llegar allí es una verdadera aventura. Sant Pere de Rodes fue uno de los centros de poder político, económico y eclesiástico de Europa entre los siglos XII y XIII. De aquella época es el campanario románico que sobresale entre las encrespadas cimas de la montaña y la soberbia iglesia, única en el mundo, con manifiestas influencias romanas. Cómo tantos otros monasterios, cayó en el abandono y solamente una ingente rehabilitación finalizada el 1999 le devolvió parte de su antiguo esplendor. Una visita más que recomendable.
Casco histórico de Santa Pau
No está en la Costa Brava sino en la comarca de la Garrotxa, en el interior, pero es una excursión clásica y muy recomendable si te alojas en el litoral. Santa Pau ofrece un precioso casco urbano medieval conservado casi a la perfección; si no fuera por la cantidad de coches que llena la plaza Mayor, te creerías teletransportat en el tiempo. Y menos masificado que el vecino Besalú. Encontraréis muchas tiendas donde comprar fesols (judías) de Santa Pau y ratafia de Olot.
Yacimiento arqueológico de Sant Martí de Empúries
Los antiguos colonos griegos de Focea no habrían podido escoger un nombre más adecuado cuando fundaron Empòrion el 575 a.C. pues significa “puerto de comercio”. Empúries fue fundada como un colonia encaminada al comercio de larga distancia debido a su posición estratégica en la Mediterránea. Posteriormente, hacia el 100 a.C, los romanos construyeron una ciudad de nueva planta que conviviría con la colonia focense, las cuales acabaron para fusionarse cuando Cèsar Augusto les otorgó la ciudadanía romana. Finalmente, a partir del siglo I de nuestra era, Emporiae se vio eclipsada por el poder de Tarraco y Barcino hasta que, en el siglo III d.C., fue abandonada.
Hoy en día, y después de más de 100 años de excavaciones e investigación, se pueden visitar tanto la ciudad griega como la romana, así como el Museo. Pasear por entre las ruines de una ciudad de más de 2.500 años de antigüedad y en un emplazamiento tanto bello cómo es el Golfo de Roses es una sensación que cuesta explicar con palabras.
Vila Vella y Murallas de Tossa de Mar
Si Tossa de Mar ya tiene un encanto especial debido a su emplazamiento, pues está en un valle que se adentra al mar, la Villa Vella y las murallas desprenden una magia única. El promonitori donde se levanta la Villa Vella ya estaba ocupado por íbers y romanos, pero no fue hasta el siglo X que el Conde de Barcelona ordenó construïr un castillo (derrocado el 1917 para construir el faro) y una muralla que rodeara la villa, la cual fue destruida por los franceses el 1285 y reconstruida un siglo más tarde, configurando el anillo de murallas que ha llegado hasta nuestros días. La subida hasta la iglesia gótica de Sant Vicenç (destruida por los franceses en el siglo XIX) y al faro puede parecer dura, sobre todo con el calor del verano, pero de buen seguro que cuando lleguéis arriba sabréis que ha valido la pena!
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