La Costa Brava es un lugar increíble que cuenta con rincones que enamoran nada más pisarlos y en los que se puede disfrutar mucho durante unas cortas o largas vacaciones.
Hoy te vamos a hablar de la primera localidad que nos encontramos en la costa catalana. Se trata de Blanes, también conocida como “la puerta de la Costa Brava”. En este nuevo artículo queremos abrir esta puerta para que te sorprendas descubriendo todo lo que hay tras ella. ¡Adelante, pasa! 🚪🌊☀
Tras la puerta de Blanes
Blanes se halla a unos setenta kilómetros al norte de Barcelona y empieza, concretamente, en la Punta de Sa Palomera. Este municipio que ha sido galardonado con la certificación de Destino de Turismo Familiar, otorgada por la Agencia Catalana de Turismo, es uno de los principales destinos elegidos por muchas familias para hacer una escapada cuando empieza a lucir el sol.
La población está enmarcada en un paisaje natural con gran belleza donde destaca su suave clima, la vegetación y el mar. Éste último es el elemento que marca el carácter marítimo de sus habitantes y es, a la vez, el eje de su economía local, la cual se centra en la pesca, en el comercio y en el turismo.
Es un pueblo que se caracteriza por ser muy rico culturalmente. Tanto, que ha sido una fuente de inspiración para muchos artistas y escritores.
Sus mejores playas
Las playas son uno de los principales atractivos de esta región. Éstas destacan por su extraordinaria calidad y porque en ellas es posible practicar todo tipo de deportes náuticos y acuáticos.
La Cala de Sant Francesc (también llamada Cala Bona) es un pequeño enclave catalogado con Bandera Azul debido a la limpieza de sus aguas y a sus excelentes servicios. Por su espectacular entorno natural, en el que predominan los pinos, es una cala perfecta para pasar un día con la familia, con la pareja o con los amigos.
Otra de las playas que debes visitar si vas a Blanes es la de S’Abanell. Es una de las más largas de todo el litoral gerundense, ya que mide dos kilómetros y medio de longitud. Se extiende desde la desembocadura del río Tordera hasta la punta de Sa Palomera y posee una arena fina y dorada y unas preciosas aguas azules.
Los secretos de la ciudad
En las calles de Blanes, podrás contemplar las elegantes casas ochocentristas y diversos restos del gótico catalán, entre los que llama la atención una fuente construida en el S. XV. Esta joya arquitectónica, de forma octogonal, está integrada en la propia trama urbana y se conserva tal y como se construyó hace casi seiscientos años. Si te fijas, verás seis gárgolas de figuras humanas y un medallón central que la convierten en una pieza única del patrimonio catalán y en un símbolo de esta población.
Blanes también presume de un largo Paseo Marítimo salpicado por numerosas terrazas. Merece la pena recorrerlo al atardecer mientras se oye el agradable rumor de las olas. Dando un paseo por el puerto podrás apreciar, a lo lejos y en la cima de una altísima colina, la torre del castillo de Sant Joan. Actualmente, sigue siendo un punto de referencia para aquellos navegantes que se acercan desde el mar a la costa.
La torre del castillo de Sant Joan es, justamente, la construcción clave que determina el perfil de la villa y un excelente mirador para obtener una magnífica panorámica de la ciudad. El castillo románico de Sant Joan, también conocido como Castillo de Forcadell, fue edificado por orden de Grau de Cabrera a mediados del siglo XIII. Se levantó con el fin de controlar las incursiones piratas y ofrecía refugio a la población cuando llegaban las invasiones. Aunque hoy solo queda en pie la torre maestra y algunos restos restaurados de la fortificación, en su día estaba formada por un recinto amurallado de veintitrés metros de ancho y treinta y cuatro de largo.
Además de estos tesoros, en Blanes puedes ver la Iglesia de Nostra Senyora de l’Esperança y el Santuario de la Sagrada Imatge del Vilar, que acoge una imagen románica del siglo XIII.
Los jardines
En Blanes existen dos valiosos espacios verdes dignos de mencionar y que te encantarán si eres un apasionado de las plantas y de la naturaleza. Nos referimos al Jardí Botànic Marimurtra y al Jardí Botànic Tropical de Pinya de Rosa.
El Jardí Botànic Marimurtra es uno de los jardines más importantes de Europa. Fue fundado, allá por el 1920, por el alemán Karl Faust. Su objetivo principal era aumentar sus conocimientos sobre las plantas y sobre el paisaje mediterráneo. En este grandioso espacio de dieciséis hectáreas se han recogido, plantado y cuidado la mayoría de las especies presentes en él. El resto, sin embargo, han llegado fruto del intercambio con otros jardines botánicos del mundo. Hoy en día, posee unas cuatro mil especies de cinco continentes diferentes, flora propia de la costa que crece al aire libre y ejemplares en peligro de extinción.
En una hora y media, aproximadamente, tendrías tiempo de ver todo el jardín. Está dividido en tres sectores distintos en los que hay distintas especies: el Jardín Subtropical, el Jardín Templado y, por último, la zona del Jardín Mediterráneo.
Durante el itinerario te toparás con hermosos miradores sobre el Mediterráneo. Uno de ellos es el Templet de Linné, un monumento muy singular que es, a la vez, un precioso balcón de forma circular con columnas y estética griega.
El Jardín de Pinya de Rosa, está rodeado por una gran área forestal. Este proyecto fue iniciado en el año 1945 por el ingeniero francés Ferran Riviere de Caralt cuando adquirió la finca de cincuenta hectáreas, a la que dedicaría gran parte de su vida. Riviere acondicionó el terreno y colocó una serie de bancos para que los visitantes se pudieran sentar a observar la vegetación con tranquilidad. Tampoco se olvidó de crear unos fantásticos miradores desde los que se tienen unas vistas extraordinarias de la Costa Brava.
Aquí podrás ver una importante variedad de cactus, muchos de ellos importados desde diversos países del mundo. La gran peculiaridad de esta extensión natural es la de haber logrado adaptar variedades vegetales propias de los trópicos a un entorno mediterráneo. Posee una de las mejores colecciones de opuntias, agaves y aloes y, con frecuencia, se van sembrando nuevas especies.
Será un placer para tus sentidos caminar sin prisas por esta plantación mientras te dejas conquistar por los colores, las formas y los agradables aromas que de ella se desprenden.
Como has podido comprobar, te hemos dado argumentos de sobra para visitar esta bella aldea que mira al mar. Si tienes pensado pasar unos días en un pueblo de la Costa Brava durante este verano, te recomendamos hacer una parada en Blanes y dedicar unas horas a descubrir el espíritu mediterráneo de esta bonita y acogedora ciudad marinera.
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