El Port de la Selva es una de las pequeñas poblaciones que forman parte del Cap de Creus. Este encantador rincón de la costa destaca por sus casitas blancas construidas unas muy cerca de las otras y por seguir manteniendo su tradición pesquera. ¿Quieres saber más sobre él? ¡Sigue leyendo!
Un entorno sin igual
A pesar de que muchos de sus habitantes se dedican al turismo, en el Port de la Selva la pesca sigue siendo un sector clave para la economía local. Su puerto es uno de los más relevantes de toda la provincia.
Se sitúa al norte del Cap de Creus y se extiende desde el Rec de Feliu hasta la cala de Galladera. Por el interior limita con los términos de la Selva de Mar, Llançà, Vilajuïga, Pau, Palau-Saverdera, Roses y Cadaqués.
De gran riqueza paisajística, en su entorno resalta el color azul del Mediterráneo y el verde de las viñas y montañas. En este espacio natural encontramos dos picos muy conocidos y altos como son el Puig de Queralbs y el pico de San Salvador.
El Cap de Creus, donde se asienta el pueblo, tiene una morfología con costas escarpadas originadas a causa de la erosión del mar y del viento. En su litoral se articulan preciosas calas, cabos y pequeñas islas rocosas.
Origen
Con el fin de dar servicio al Monasterio de Sant Pere de Rodes, algunas personas bajaban a pescar con frecuencia a la bahía. Para que éstas pudiesen dejar sus artilugios, se empezaron a crear en un lugar cerca de la costa y de la Selva de Mar las primeras casetas de pescadores.
Este núcleo iba creciendo poco a poco con el paso del tiempo. En 1725 se levanta la primera iglesia y ya en 1787 se independiza del monasterio por un privilegio concedido por parte del Rey Carlos III.
Además de vivir de la pesca y de su comercio, el Port de a Selva también empieza a enriquecerse con la venta de aceite y de vino. Cuando la plaga de la filoxera ataca y acaba con los cultivos, muchas familias deciden emigrar. Así es como la pesca acaba siendo, hasta la llegada del turismo, la única fuente de ingresos para los habitantes que se quedaron residiendo y trabajando en el pueblo en aquel entonces.
En 1960 se construyen algunos hoteles y restaurantes para dar servicio a los turistas. También se edificaron unas quinientas viviendas respetando la arquitectura y la personalidad de esta aldea marinera.
Aunque hoy en día el mar sigue aportando beneficios, el primer recurso económico de este lugar es, sin duda, el turismo.
Qué ver
Además del Monasterio de Sant Pere de Rodes y del puerto, la Iglesia de Santa Maria de les Neus es uno de los lugares más destacados del pueblo. La iglesia data del s. XX y está ubicada en el centro histórico. Llama la atención que las paredes del altar mayor son de obra vista. Desde fuera se aprecian la nave antigua y las ampliaciones realizadas.
No te piedras visitar las ruinas de la Iglesia de Santa Cruz de Rodes (también conocida como Santa Helena de Rodes), un gran exponente del arte prerrománico catalán. Están ubicadas sobre un montículo en plena sierra de la Verdera.
Los restos del Castillo de Verdera están situados en la montaña más alta de la Sierra de Rodes. Para acceder a ellos se ha de ir a pie desde el Monasterio de Sant Pere de Rodes.
Dejando de lado la arquitectura, podemos decir que las playas del Port de la Selva son espectaculares. Sus aguas son de un azul turquesa que nada tienen que envidiar a otros destinos. Así pues, hay desde grandes playas hasta preciosas y pequeñas calas escondidas entre los acantilados.
El municipio dispone de multitud de comercios y de una oferta gastronómica excelente. El Port de la Selva es un enclave muy tranquilo que suele multiplicar por diez su población durante el verano.
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