Hay lugares que, por su situación, nos permiten contemplar parajes únicos. Uno de ellos es el Castillo de Begur o, mejor dicho, lo que queda de él. Descubre junto a nosotros, un espectacular enclave de interés cultural y todo lo que es posible admirar desde este magnífico mirador.
Acceso y entorno
En Begur, pueblo situado en pleno corazón del Ampurdán, encontramos los restos históricos de un castillo medieval además de un extenso litoral bañado por el Mediterráneo.
El Castillo de Begur es el símbolo más emblemático de la población y uno de los mayores atractivos que posee esta localidad costera de entorno inigualable.
En la actualidad, está declarado Bien Cultural de Interés Nacional y, a pesar de que prácticamente solo conserva sus cimientos, su belleza y su encanto continúan estando muy presentes.
La entrada al castillo es gratuita y podemos acceder a él a pie partiendo de las calles de la aldea. Otra opción es llegar en coche hasta un aparcamiento que nos deja a pocos metros. Después tendremos que andar por un camino muy ancho cuyo recorrido es circular. A través de este sendero asfaltado lograremos alcanzar nuestro objetivo sin apenas dificultad.
La panorámica es absolutamente excepcional, no hay palabras para describirla. En la cima hallaremos un bonito mapa de cerámica sobre el que se pueden identificar los diferentes puntos del paisaje que rodean este maravilloso enclave: las islas Medas, la bahía de Rosas, los Pirineos, las montañas del Canigó, Palamós, Sa Riera, etc.
Un castillo con mucha historia
No es casualidad que el Castillo de Begur se levantara encima de una colina. Esta decisión estratégica fue tomada en el siglo XI por Arnust de Begur, señor feudal por aquel entonces, cuando mandó su construcción con el fin de combatir a los piratas que navegaban por la zona. Para reforzar el sistema de defensa, también se añadieron por la costa una decena de torres vigías de las que hoy quedan en pie únicamente la mitad.
La fortificación fue cambiando de dueño hasta pasar a formar parte de la localidad. A mediados del s. XI su dueña es la condesa Ermessenda quien la vende a los Condes de Barcelona en 1057. Los legados se fueron sucediendo a lo largo de los años y en 1360 el rey Pere IV el Ceremonioso vende el castillo a la familia Cruïlles (Guilabert de Cruïlles, señor de Peratallada), la cual lo conserva varios siglos en su patrimonio. Finalmente, su propietario, el barón Carles de Vilademany i de Cruïlles, lo vende a la localidad de Begur en 1604. Este hecho es de gran relevancia puesto que el castillo jamás volvería a estar en manos privadas.
El Castillo de Begur, ya siendo propiedad del pueblo, sufrió los efectos de tres guerras que causaron graves daños en su estructura. La primera fue la Guerra Civil Catalana en 1468, la segunda fue la incursión francesa en 1694 y la tercera fue la Guerra de la Independencia contra los franceses en 1810. Este último ataque fue el más perjudicial de todos: el castillo fue dinamitado por los ingleses después de arrebatárselo a los franceses.
De la fortaleza quedan pocos restos que nos hablen de su recinto superior. Al haber sido erigida encima de la roca, conserva la torre maestra principal de forma cilíndrica. También son visibles las bases de sus murallas de las que llama la atención lo bien que se adaptan a la orografía del suelo rocoso. Su cima está decorada con unas bonitas almenas escalonadas fruto de la restauración efectuada en el siglo XX.
Además de las preciosas calas y playas, el Castillo de Begur es uno de los puntos que mayor interés suscita entre los visitantes que llegan a esta localidad. Si tienes la oportunidad de conocerlo, te proponemos que una vez allí cierres los ojos y dejes volar la imaginación. Trasládate por unos instantes a la Edad Media y piensa cómo sería despertar cada mañana disfrutando de unas vistas tan privilegiadas. Al abrir los ojos, lo comprobarás por ti mismo/a.
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