Piensa en una iglesia. ¿Qué ves? Seguramente te has imaginado un edificio sobrio, de piedra o pintado de blanco y, es muy probable, que hasta con un pequeño campanario.
La Iglesia de Sant Romà nada tiene que ver con esa imagen. Es todo lo contrario: colores y formas atrevidas en pleno centro de Lloret de Mar. Sigue leyendo, ¡te sorprenderá!
Un poco de historia
En el año 1179, la ermita de la Mare de Déu de les Alegries fue consagrada. Así, se convirtió en la iglesia de Lloret de Mar hasta principios del siglo XVI, cuando se decidió levantar un nuevo santuario.
Éste sería más grande y estaría mucho más cerca del mar para facilitar las visitas de los habitantes, en especial de los marineros y de los pescadores devotos.
Actualmente es uno de los puntos más representativos de la zona y una parada obligada para aquellos amantes de la costa que decidan descubrir los rincones más bonitos de Lloret de Mar.
Exterior
La Iglesia de Sant Romà fue construida entre los años 1509 y 1522 en la explanada de Sa Carbonera, hoy Plaça de l’Església.
Sus formas y, sobre todo, su alegre colorido llaman irremediablemente la atención, puesto que estas características no son propias de las obras religiosas.
En su origen, la iglesia era de estilo gótico catalán pero después de varias ampliaciones y remodelaciones hoy es prácticamente modernista.
Antes de las reconstrucciones que se le fueron haciendo, tenía una sola nave y contaba con elementos de defensa y fortificación al servicio de los ciudadanos en caso de ataques piratas.
A lo largo del siglo XVII se construyeron otras dependencias anexas y las dos capillas laterales: la del Baptisterio y la del Santísimo Sacramento. Estas últimas estancias fueron construidas en 1916 por Bonaventura Conill i Montobbio quien también aplicó al conjunto elementos de inspiración modernista, bizantina y musulmana como hizo, por ejemplo, en la
fachada y en las cúpulas. En concreto, el arquitecto revistió las fachadas exteriores del templo con ornamentación usando mosaicos y piezas de piedra y de cerámica.
En el año 1936, gran parte de la iglesia fue destruida, quemada y saqueada. Sin embargo, se pudieron salvar unas cuantas telas de algunos retablos. Más adelante y gracias a la Fundación de Sant Romà, arrancó un nuevo proyecto de restauración que devolvió a la iglesia su esencia y su belleza.
Interior
El interior de la nave es de planta rectangular y tiene un aspecto bastante moderno. El color blanco del techo y de las paredes potencia el tono oscuro de los arcos y los bancos. Los techos de las dos capillas, en cambio, están pintados de rosa y de azul respectivamente.
Situado en el altar mayor, se encuentra parte de un importante retablo creado por los pintores Pere Serafí, conocido por Lo Grec, y Jaume Fontanet.
Como dato curioso, te contamos que dicho retablo fue encargado por los jurados de la Universidad de Lloret en 1541 y que costó unas mil trescientas libras las cuales se terminaron de pagar a los dieciocho años, en 1559.
Por su localización, esta parroquia suele ser el escenario elegido para celebrar conciertos de música clásica, festividades y procesiones.
Los alrededores
Queremos recomendar un agradable paseo que es perfecto para hacer andando o en bicicleta y que comienza justo al llegar al mirador que hay junto a la Casa del Servei Forestal.
Después de contemplar las extraordinarias vistas que se tienen desde este lugar, se debe bajar por un tramo que fue inaugurado coincidiendo con los Juegos Olímpicos de Barcelona’92 y que comunica Sant Martí d’Empúries con L’Escala.
Por el camino, se pasa cerca de la platja del Moll Grec y de la platja del Portitxol. También se pasa delante del impresionante yacimiento grecorromano d’Empúries en el que sus calles, plazas y templos conservan la huella de antiguas civilizaciones.
La Iglesia de Sant Romà, además de ser un regalo para nuestros ojos, nos da una lección tan valiosa como ella misma: ser único/a y genuino/a es la clave para dejar huella y, sin duda, para ser memorable.
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