Muy cerca de la Costa Brava encontramos pequeñas islas que un día estuvieron unidas físicamente a ella. Estos lugares son hoy una visita obliga, sobre todo en verano, por su belleza y por la tranquilidad que transmiten solo con mirarlas.
Illes Medes.
A sólo 900 metros de la playa de L’Estartit encontramos estas islas salvajes que son una de las reservas marinas de flora y fauna más importantes del Mediterráneo.
Forman un conjunto de siete islas y varios islotes que comprende una superficie total de 21,5 hectáreas terrestres y 511 hectáreas marinas.
La Meda Gran es la isla más grande de todas y la que te recomendamos visitar y recorrer a pie para admirar su belleza y la de su entorno.
Además de ser un espacio ideal para ir de excursión, es todo un paraíso para los amantes del submarinismo. Sumérgete en sus aguas y déjate impresionar por su ecosistema.
Ses Illetes.
Este pequeño banco de rocas se halla en Tossa de Mar justo al norte de la playa de la Mar Menuda desde la cual es posible llegar al archipiélago a nado cuando el agua está calmada.
La zona es una de las preferidas por aquellos submarinistas que hacen sus primeras inmersiones. También suele ser frecuentada por buceadores profesionales interesados en conocer el fantástico fondo marino que se esconde en las profundidades cercanas a Ses Illetes.
Illa Mateua.
La Illa Mateua es un islote rocoso situado aproximadamente a 20 metros de la Cala Mateua, una de las calas más bonitas y pequeñas de la Costa Brava que se encuentra en la zona de Les Planasses (entre el puerto y la Cala Montgó).
Esta cala es ideal para hacer submarinismo así como lo es la zona más próxima a la propia Illa Mateua. Los fondos de la cala son rocosos y tienen cavidades y túneles submarinos transitados por los animales que allí habitan.
La misma Illa Mateua tiene un pasadizo submarino que la atraviesa y que es practicable. Te recomendamos que si lo pretendes cruzar lo hagas extremando las precauciones y que siempre vayas acompañado.
Illa de S’arenella.
La Illa de S’Arenella es una isla privada que está situada en el límite este de la bahía de Cadaqués.
Es la última isla habitaba de la Costa Brava a tan solo 100 metros de la playa de S’Arenella. Su forma es circular y cuenta con 2,5 hectáreas en las que se observan árboles y una gran variedad de vegetación.
En la actualidad hay una vivienda privada en el centro de la isla y un embarcadero que permiten el acceso a ella.
Illes Formigues.
Este archipiélago está formado por cuatro islas situadas entre Calella de Palafrugell y Palamós.
Son prácticamente rocas sin vegetación que quedan cubiertas por el mar cuando sube la marea y que están señalizadas por un faro que se encuentra en el punto más alto de la isla más grande.
El nombre de las islas hace referencia a lo pequeñas que son puesto que “formigues” en catalán significa “hormigas”.
Cabe destacar el valioso fondo marino que tienen alrededor en el que abundan las plantas y las numerosas cuevas.
Si la Costa Brava posee una belleza indiscutible, estas islas que un día fueron parte de ella no se quedan cortas. Y es que como dice el refrán, de casta le viene al galgo. O en este caso, a la isla. 😉
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